jueves, septiembre 24, 2009
Una noche de terror
Aun con un poco de resquezor por haber tenido que pagar los 30 dolares cuando claramente la entrada era gratuita, pasamos al camping y descubrimos de que estabamos prácticamente solos.

Un camping en Canadá no tiene nada que ver con los campings que conocemos, ya que son inmensos y te puedes perder con mucha facilidad.
Pasamos las explanadas donde acampan los trailers, pasamos la zona donde se montan carpas para los campamentos de verano y espectáculos veraniegos, la zona de los domingueros canadienses, la de acampa bajo un árbol si te atreves y ya cruzados casi 15 km de bosque, la parte donde tienes tus "fincas" y aparcas en la que mas te guste.

Ya que no teniamos competencia cogimos la mas grande y mejor situada, una pegada a un bosque completamente cerrado, con mucho sol y con mucha sombra -perfecto-.

Lo primero que hicimos fue sacarnos unas cervezas y ponernos el bañador para pegarnos el primer nado del año.
Bajando unas escaleras de madera que bajaban un acantaliado, llegamos al río donde se encontraban las cataratas.
Para que os hagais una idea, se trataba de un río de color rojizo, que con el paso del tiempo había cortado la llanura por la que pasaba y se había convertido en todo un cañón rocoso y entre estas piedras, se había formado un escalón de cataratas.

Por suerte no cubría demasiado y a mi sorprender, el agua estaba templadita -que raro...-, con lo que cruzamos justamente hasta la parte superior de estas mini cascadas y donde nos sentamos tranquilamente a ver el tiempo pasar mientras el agua se cortaba con nuestras espaldas.

Tras tan agradable baño y ya echada la tarde surgió el hambre, con lo que para variar, preparamos la gran hoguera (esta vez cogiendo la leña justamente del coche, el cual estaba pegado a la chasca).
Hamburguesas, mas perritos y unos panecillos de pizzas cayeron uno tras otro. Definitivamente me había olvidado por completo de lo que era la dieta mediterránea, la verdura o cualquier otro derivado alimenticio que no tuviese mas del 25% de grasas.

Pasada la tarde y una larga caminata por los alrededores, comenzó a caer la noche, y con ella la oscuridad. Aunque por la mañana nuestra parcelita tenia bastante sol, por la noche, bajo los árboles, no se podia ver a mas de un metro de la hoguera, con lo que nos acercamos bien las sillas y comenzamos a quemar Marsmelous con chocolate y galleta.

-Dejame que te tome una foto-.
Pasamos la noche de charlas cuando comenzamos a escuchar ruido a nuestro alrededor.
-¿No tienes la sensación de que algo corre a nuestras espaldas?-. Andaba preguntándole cuando una a una pasaba las fotos recién hechas y en una de ellas aparecen 2 ojos brillantes y verdes en el fondo.

No dude en armarme con una botella y sacar la linterna para ver que estaba ocurriendo, cuando alumbro a la zona de atrás y veo a cuatro mapaches corriendo a nuestro alrededor y a un quinto metido en la nevera.
-¡¡Que se lleva la cerveza!!-.
Lance la botella y me puse a correr tras los bichos sin parar.
-¡Pero no les pegues!, solo tienes que correr tras los raccoons-. -¿Raccoons?-. -¿Esta es tu rata grande?, vamos no me jodas-.

Debido a que el camping estaba totalmente desavitado y que era el comienzo de la temporada, los animales que habían dormido durante todo el invierno venian al rico olor de las hamburguesas, y poco a poco lo que eran 4 o 5, se convirtió en toda una manada.

Equipados con las linternas y alguna que otra piedra, no paramos de dar vueltas de vigilancia para intentar ahuyentarles.
Los mapaches, estás graciosas criaturitas que se ven en la tele, tienen unos colmillos de unos 5 cm y miden mas de 1 metro de largo (incluida la cola), con lo que no son tan graciosos una vez los tienes delante.

Bien cerrada la noche y cansados de dar vueltas, decidimos guardarlo todo y marcharnos a una pradera que habíamos visto por la mañana, donde poder tumbarnos y recordar aquellas clases de astronomía en el instituto. Había olvidado lo que era un cielo estrellado.

Una vez de vuelta y con los bichos aun a nuestro alrededor, decidimos ir a dormir, pero lo nuestro nos costo, ya que no hacian mas que corretear y pelearse por las últimas migas, y joder... estos bichos gritan como las personas.
-¿Sabeis como gritan los ratones?-, pues el mismo sonido pero en un bicho de 1 metro.

Menuda nochecita.

Escrito por javi a las 8:04 a. m. - Ver comentarios

lunes, septiembre 14, 2009
Mundos diferentes
Nuestra siguiente excursión consistió en otro fin de semana rodeados de la naturaleza al lado de un parque natural con unas cascadas muy famosas, de aquí viene el nombre del camping "The falls".

Durante mucho tiempo mantuve una duda en mi mente que cada vez me tenía mas intrigado. ¿Como narices llamas por teléfono al número 00017-THE FALLS?. Bueno... aunque supongo que muchos ya lo sabréis, es algo que tengo que compartir con toda esa gente que al igual que yo, no hacen mas que preguntarselo.

Pues bien, aquí va la respuesta... Los teléfonos americanos, el aparato con el que llamas, tienen letras (como los móviles), desde posiblemente antes de la existencia de estos. Como la superficie en Canadá es tan inmensa, la arquitectura de la red telefónica no tiene nada que ver con la española, pero si con la europea, con lo que imaginaros en España una red en la que cada provincia tiene su propio prefijo internacional (2 números mas), y que al estar realizando una llamada al extranjero, se requiere de otros dos 0 al comienzo.

Al final tienes un chorro de números por provincia, en la que puede que no haya mas que una ciudad o un par de pueblos (como se da en las zonas nórdicas), que para facilitar su memorización, cambian el número por cualquiera de las tres letras que la tecla contiene, con lo que el número anterior se convertiría en el... 00017-843-32557.

-Otro gran enigma descifrado para la humanidad del otro lado del mundo-.


Como no queríamos que nos ocurriese la misma peripecia de la vez anterior, llamamos para asegurarnos de que no existiría ningún tipo de problema al llegar. La desgracia fue que coincidió con un fin de semana, y como estábamos en temporada baja no había nadie en la oficina. Igualmente pensamos que no por ello debía de estar cerrado el parque.
-En fin... es un parque natural, ¿como puedes cerrar un área de no se cuantas decenas de kilómetros cuadrados?-.

Aun con la tienda de campaña llena de barro y los trastos del viaje anterior, llenamos el coche y partimos hacia el norte a una nueva aventura.

El viaje duro un par de horas, pero aun siendo largo, todos aquellos paisajes te acortaban el eterno viaje por carreteras en obras.

Al llegar a la entrada del parque nos encontramos con la puerta abierta, pero como viene siendo costumbre en ese país, ni dios en la taquilla... pero... -¿que cojones es esto? (pregunté).
Justo al lado de la caseta nos encontramos con un muñeco de metal, al cual no dude lo mas mínimo en nombrarle "The Tin Man", la versión original del nombre "El hombre de hojalata" del Mago de Oz.

Este monigote de metal sostenía un cartel en sus manos, que muy a mi sorpresa expresaba paso a paso como obtener un sobre, depositar 30 dolares en su interior y con ello pagar la entrada honrando al sistema de honor.

Mire a un lado, mire a otro... -yo no veo ninguna cámara, ¿están de broma no?-.

El sistema de honor canadiense, donde un panadero en la mañana de domingo decide sacar sus barras de pan a la puerta y un cestito con el mensaje "coge un barra y deja 1 dolar".

Aunque mi picaresca española no hacia mas que gritarme por ambos lados, -no dejes un duro y asomate a ver si alcanzas uno de los sobres-, mi buena compañía y mi interés por acostumbrarme a sus "normalidades" me hicieron sacar los 30 dolares y echarlos en el buzón.

-Solamente por eso deberían nombrarme Santo-.

Escrito por javi a las 8:31 p. m. - Ver comentarios

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