jueves, julio 30, 2009
Llegada a la capital
El viaje fué bastante agradable, carreteras eternas rectas cruzando multitud de bosques y lagos, vamos, lo que viene siendo Canada.

-¿Que es aquel bicho muerto de la carretera?, ¡anda, pero si es un ciervo!, vamos a cogerlo y asi tenemos la cena-.
-No mejor no, quizas lleva muerto un tiempo y tiene algun tipo de parasito-.
-Esto... estaba bromeando...-.

Ottawa es bastante peculiar para ser la capital. Una de las ciudades mas grandes y no por ello la mas habitada.
Esta situada al norte del lago Ontario y aunque todos los edificios guvernamentales se encuentren alli (como el parlamento), no es tan grande como Montreal (en Quebec - zona francesa), Toronto o Vancouver (en la costa oeste).

Para que os hagais una idea, Ottawa es una mezcla entre Inglaterra y Francia pero con toques americanos. Bastante bonito la verdad.

Nada mas llegar al hotel y pegarnos la ducha del siglo, nos arreglamos y nos marchamos a cenar a un restaurante del centro.
Como viene siendo costumbre, en todos los hoteles te puedes encontrar el clásico librito donde te anuncian los restaurantes y atracciones de la zona, así que después de habernos metido tantas hamburguesas para el cuerpo, preferiamos un poco de pasta o verdura, con lo que nos marchamos a un italiano.

El italiano resultó estar en un típico barrio americano, de casas bajas separadas por una pequeña calle y la iglesia ocupando media manzana.
El restaurante era una casa reformada y muy al puro estilo italiano... o no...
-¡VAIS A MORIR TODOS!-. Un niño de unos 8 años que se encontraba en la puerta critaba a diestro y siniestro dichas palabras en español.
No es que llegase a creerle, pero si vas a entrar a un restaurante y te dicen eso en la puerta, te da que pensar.

La dueña resulto ser una sudamericana o dios sabe de que nacionalidad, que habia montado un pequeño negocio familiar, y aunque la comida no era realmente abundante, el sitio si era muy agradable (quitando al chaval del exorcista).

Tras una agradable velada estuvimos paseando un rato por el centro, el cual se llena de gente por las calles y sobre todo en las terrazas de verano.
Al igual que ocurría en Suecia, todas las zonas de bares abren sus puertas y montan una especie de terracita en balcones que tienen justo delante del local. La verdad... estos canadienses se lo saben montar muy bien.

Aun con tan buena noche por delante, y ya que teniamos una paliza encima bastante importante, dejamos el paseo para el dia siguiente y nos marchamos a dormir.

Escrito por javi a las 8:15 a. m. - Ver comentarios

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